En la Trinchera de las Ventas

Porque vender es como respirar, siempre lo hacemos aunque sea inconsciente.

En todo lo que emprendemos en la vida y los objetivos tantos personales como profesionales necesitamos inspiración y motivación. 
El comercial naturalmente también. Podemos pensar que el dinero, “el vil metal", es nuestra motivación, y por supuesto que lo es: “tú dime lo que quieres que venda y yo te diré lo que me tienes que pagar”. Pero después de este periodo de recesión económica general y al igual que casi todos ahora “hay que vender el doble para ganar la mitad” el dinero no es suficiente para motivar a los comerciales, a muchos les gustaría tener un jefe que ejerza de líder, de motivador,… que la empresa “nos motive” pero hay pocos que sigan teniendo la fuerza para motivarse a ellos mismos y luego a nosotros.

Así que sólo nos queda la Automotivación, o como dicen, “hay que salir de casa meado, comido y motivado”. Porque como esperemos a que alguien de fuera encender el “motor” de la motivación lo tenemos claro.

¿Y cómo nos Automotivamos?
Está claro que si ponemos nuestro punto de referencia en lo que ganábamos antes de esta situación, nos vendremos abajo, la mente humana tiende a olvidar los malos momentos del pasado por algún mecanismo de supervivencia, así que pensamos que cualquier tiempo pasado era mejor y que antes de descolgar el teléfono los clientes hacían cola para hacernos los pedidos y nos hacían ganar el dinero “a capazos”.
Pero como he dicho nuestra mente distorsiona los recuerdos del pasado, quitando los malos momentos y te aseguro que en el pasado también sudabas tinta para conseguir las ventas, y sí es muy posible que ganases más que ahora, pero quizás la diferencia no sea tanta.
Así que debes corregir ese punto de referencia inicial. Te invito a hacer el siguiente ejercicio mental: 
Imagínate que llevas 6 meses en el paro, posiblemente se te esté acabando la prestación por desempleo, las responsabilidades familiares empiezan a pesar más de lo debido. Y ahora tienes la “suerte” de que acabas de pasar el proceso de selección de una empresa (de la tuya), y te ofrece las condiciones de trabajo que tienes ahora con las cosas positivas y negativas que conoces de tu trabajo. Te acaban de confirmar que el Lunes comienzas a trabajar en tu trabajo (recuerdo que estamos haciendo un ejercicio de imagina-ficción). Hay 2 opciones:

1) Estás súper ilusionado con tu “nuevo” trabajo. Sabes que no va a ser fácil y que habrán muchos retos que superar, pero con la fuerza y motivación que tienes podrás con todo


2) O dirías: “no me quedo en el paro, esperando a que se acabe la prestación, seguiré haciendo entrevistas de trabajo seguro que sale algo mejor”. 

La mayor parte de nosotros estaríamos en la opción 1 súper motivados con nuestro “nuevo” trabajo. Y si te encuentras en la segunda opción quizás “y sólo quizás” deberías ser un hombre que se viste por los pies, poner en valía tu profesionalidad y cambiar de trabajo a uno que realmente valore lo que eres.

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